Si alguien pensaba que el “mal de altura” proveniente de la holgada mayoría absoluta obtenida por el PA con Modesto González a la cabeza, no le iba afectar en su convicción democrática respecto al funcionamiento municipal, ha tardado poco en caer del guindo de la utopía. Poderoso caballero es don dinero.
La primera en la frente, y de entrada, los veintiún concejales de la nueva Corporación, nos salen bastante más caros a los corianos que los anteriores, cuando nadie tenía mayoría para imponer su criterio. No voy a entrar en cifras, pero hay que decir que cuando nuestro ayuntamiento está regido por un partido con mayoría absoluta, sea PSOE o PA, el capítulo de sueldos de corporativos se dispara. Ha sido así en los últimos doce años.
Y es que se confunde la mayoría absoluta obtenida en las urnas con una especie de cheque en blanco para hacer y desahacer al antojo del grupo ganador. No se piensa en un voto de confianza, sino de impunidad, y pronto se olvidan las promesas electorales, los propósitos de enmienda, la ética democrática: los demás concejales tienen la misma legitimidad en su origen que el gobierno, y no se pueden ningunear ni castigar con represalias chuscas a los que no coinciden con los planteamientos gubernamentales.
Viene esto a cuento de la “vendetta” practicada por el gobierno municipal con el grupo municipal de Coria Puede. En un Pleno anterior, se acordó el pago de determinadas cantidades a los grupos municipales para facilitar el funcionamiento administrativo y corporativo de los mismos. Coria Puede votó en contra de dicho acuerdo, por lo que el Alcalde les niega ahora su legítima asignación.
Todos los concejales que forman parte del Pleno Municipal, como primer acto oficial, juran o prometen cumplir la Ley, entre ellos, naturalmente, el Alcalde. Pero parece que aquí el cumplimiento de la Ley es sólo para los ciudadanos, que pagan escrupulosamente sus impuestos y, si no, se atienen a las consecuencias. Para nuestros políticos esto no es así. Pueden cumplir o incumplir a voluntad que no pasa nada, y de ejemplos estamos saciados, empezando por el gobierno central, siguiendo por los autonómicos y concluyendo por los municipales.
Lo acordado por el Pleno Municipal tiene fuerza de ley, y el Alcalde es el obligado en primer lugar, a hacer que los acuerdos se cumplan siempre, gusten o no, cuente con el apoyo de todos o de una mayoría, y no hay excusas. Si la situación con el grupo municipal de Coria Puede se mantiene en el tiempo, estaremos ante una auténtica cacicada que nos recuerda a épocas pasadas, recientes y antiguas, y que deprecian notablemente el concepto que tenía de la integridad democrática de Modesto González. Si el Alcalde puede cumplir o no, a voluntad, la Ley, no puede exigir al ciudadano a cumplir lo que él, en primer lugar, vulnera.
El Partido Andalucista desaparecerá en breve. Sus dirigentes van a disolverlo. Así pues, nos encontramos con una Corporación gobernada por doce concejales de un partido con fecha de caducidad. No sabemos que intenciones tiene el grupo de gobierno con respecto a su futura filiación o adscripción política, si quedarán como agrupación electoral, o si se afiliarán a otro partido. Pero lo que sí es cierto, es que la cobertura ideológica, orgánica y funcional, quedará finiquitada.
Si dentro de cuatro años, el ahora grupo Andalucista se presenta a la elecciones, y Modesto González encabeza el nuevo proyecto, ya le digo yo que con actuaciones como las objeto de este comentario, no lo hará con la imagen de “hombre bueno”. Será responsable de cuatro años de gobierno con una mayoría tan amplia como para cambiar muchas cosas, entre ellas, que el juego democrático en la institución municipal, no dependa del capricho o voluntad del que manda. Al final, ese es un juego corto de miras, porque la memoria colectiva existe y es causa de cambio de voto. Sólo tiene que mirar a los bancos de enfrente.
La primera en la frente, y de entrada, los veintiún concejales de la nueva Corporación, nos salen bastante más caros a los corianos que los anteriores, cuando nadie tenía mayoría para imponer su criterio. No voy a entrar en cifras, pero hay que decir que cuando nuestro ayuntamiento está regido por un partido con mayoría absoluta, sea PSOE o PA, el capítulo de sueldos de corporativos se dispara. Ha sido así en los últimos doce años.
Y es que se confunde la mayoría absoluta obtenida en las urnas con una especie de cheque en blanco para hacer y desahacer al antojo del grupo ganador. No se piensa en un voto de confianza, sino de impunidad, y pronto se olvidan las promesas electorales, los propósitos de enmienda, la ética democrática: los demás concejales tienen la misma legitimidad en su origen que el gobierno, y no se pueden ningunear ni castigar con represalias chuscas a los que no coinciden con los planteamientos gubernamentales.
Viene esto a cuento de la “vendetta” practicada por el gobierno municipal con el grupo municipal de Coria Puede. En un Pleno anterior, se acordó el pago de determinadas cantidades a los grupos municipales para facilitar el funcionamiento administrativo y corporativo de los mismos. Coria Puede votó en contra de dicho acuerdo, por lo que el Alcalde les niega ahora su legítima asignación.
Todos los concejales que forman parte del Pleno Municipal, como primer acto oficial, juran o prometen cumplir la Ley, entre ellos, naturalmente, el Alcalde. Pero parece que aquí el cumplimiento de la Ley es sólo para los ciudadanos, que pagan escrupulosamente sus impuestos y, si no, se atienen a las consecuencias. Para nuestros políticos esto no es así. Pueden cumplir o incumplir a voluntad que no pasa nada, y de ejemplos estamos saciados, empezando por el gobierno central, siguiendo por los autonómicos y concluyendo por los municipales.
Lo acordado por el Pleno Municipal tiene fuerza de ley, y el Alcalde es el obligado en primer lugar, a hacer que los acuerdos se cumplan siempre, gusten o no, cuente con el apoyo de todos o de una mayoría, y no hay excusas. Si la situación con el grupo municipal de Coria Puede se mantiene en el tiempo, estaremos ante una auténtica cacicada que nos recuerda a épocas pasadas, recientes y antiguas, y que deprecian notablemente el concepto que tenía de la integridad democrática de Modesto González. Si el Alcalde puede cumplir o no, a voluntad, la Ley, no puede exigir al ciudadano a cumplir lo que él, en primer lugar, vulnera.
El Partido Andalucista desaparecerá en breve. Sus dirigentes van a disolverlo. Así pues, nos encontramos con una Corporación gobernada por doce concejales de un partido con fecha de caducidad. No sabemos que intenciones tiene el grupo de gobierno con respecto a su futura filiación o adscripción política, si quedarán como agrupación electoral, o si se afiliarán a otro partido. Pero lo que sí es cierto, es que la cobertura ideológica, orgánica y funcional, quedará finiquitada.
Si dentro de cuatro años, el ahora grupo Andalucista se presenta a la elecciones, y Modesto González encabeza el nuevo proyecto, ya le digo yo que con actuaciones como las objeto de este comentario, no lo hará con la imagen de “hombre bueno”. Será responsable de cuatro años de gobierno con una mayoría tan amplia como para cambiar muchas cosas, entre ellas, que el juego democrático en la institución municipal, no dependa del capricho o voluntad del que manda. Al final, ese es un juego corto de miras, porque la memoria colectiva existe y es causa de cambio de voto. Sólo tiene que mirar a los bancos de enfrente.
Coria del Río, septiembre
de 2015.
César S. Fernández López
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