HABLAMOS DE CORIA

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viernes, 3 de junio de 2011

Papilla de Verduras

Hace unos días mi hija, un bebe todavía, comenzó a tomar papillas de verdura. Recuerdo perfectamente la primera vez de ese cambio en su dieta, hasta entonces de sabores más agradables, de leche materna y frutas en biberón. Ese mediodía, cada una de las cucharadas constituyó una pequeña batalla en la que parte de la comida fue rechazada y dónde hubo víctimas colaterales, como el babero, el mantel, mi camisa. Finalmente mi hija terminó ingiriendo una porción suficiente de alimento.
De todos es conocido, que una buena alimentación es vital para que el niño crezca sano y fuerte. Comer bien afecta no sólo al crecimiento físico, sino también al desarrollo intelectual. Una correcta alimentación del niño durante los primeros años de vida puede repercutir positivamente en su estado de salud, así como en su habilidad para aprender, comunicarse con los demás, pensar y racionalizar, socializarse, adaptarse a nuevos ambientes y personas. En consecuencia una buena alimentación puede influir notablemente en su futuro.
Hoy me siento orgulloso de haber insistido, de haber actuado como un padre responsable, que no eludió por la comodidad del momento mi obligación de enfrentar a situaciones nuevas, diferentes y a veces desagradables a mi hija. Sin embargo, las últimas actuaciones de los dirigentes de los partidos políticos no parecen corresponderse con estas maneras de actuar.

Mientras me afanaba en darle de comer a mi hija, no he podido evitar recordar como los medios de comunicación se hacían eco de la unanimidad del comité federal del PSOE en “apoyar” a Rubalcaba como candidato a las primarias, absolutamente descafeinadas tras la renuncia de Carmen Chacón.
No creo que aplazar el momento de ingerir la papilla de verduras sea en absoluto positivo, y probablemente los dirigentes del partido socialista lleven años eludiéndolo. Siempre habrá una buena excusa para no asumir la realidad que todos conocemos: la mayoría de los ciudadanos urbanos no encuentran en el comportamiento, y a veces incluso en el mensaje, de los dirigentes del PSOE que ni siquiera hayan detectado sus necesidades.

Con Rubalcaba y con “unanimidad”, es decir, sin debate ni participación, los dirigentes, algunos de ellos más abuelos que padres, han decidido que es mejor seguir alimentándose con biberón, ya habrá tiempo de utilizar la cuchara y darle verduras a la criatura. Para ello, lo único que necesitamos es alguien que sepa llenar el biberón como antes, de antiguos votos. Pero, probablemente, el niño ya ha crecido y su salud no sea del todo buena.

No comer espinacas le habrá generado excesivo colesterol, que no permite fluidez de ideas en la organización. No ingerir tomates le habrá mermado la vista, para ver cambios en su entorno. Por no alimentarse con lechuga tendrá una piel envejecida, sus mensajes estarán manidos. Tendrá la presión arterial alta, el clientelismo será habitual en la organización, debería haber comido apios. En definitiva, una multitud de patologías que no hubieran aparecido si desde el principio se hubiera seguido una dieta equilibrada, rica en participación.

C. Veloso

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