Según el profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Jesús Valverde Molina autor del libro “La cárcel y sus consecuencias”, el predominio de un reglamento como sistema de dominación, las diferencias entre el espacio existente y el espacio disponible, el nada que hacer y no poder hacer nada… en definitiva el hecho que en la cárcel no se vivan 365 días al año sino un día 365 veces, tiene no sólo consecuencias psíquicas si no también somáticas. Habla el profesor de problemas de visión, como escaso contraste de colores, de audición, como un rumor permanente, de perdida en la diversidad de sabores y olores apreciados hasta que estos sentidos se empobrecen.
Nos encontramos atrapados en la cárcel de la crisis actual y nuestros carceleros intentan imponernos su ideología, las reglas del mercado, con la colaboración de políticos y medios de comunicación que atrofian nuestra visión, audición y olfato. George Orwell en su obra “1984” nos advertía “…El poder sobre la materia no es importante...Lo que importa es controlar a la mente. La realidad esta en el interior de la cabeza...”
Su doctrina son los postulados de finales de los 80 y principios de los 90, cuando el complejo político – económico - intelectual conocido como Consenso de Washington elaboró una lista de recomendaciones económicas, inicialmente pensadas para los países de América Latina, pero que posteriormente se convirtieron en las máximas inspiradoras del neoliberalismo y que hoy vuelven a tratar de imponernos como pensamiento económico único que no encuentra opositor en un socialismo aturdido tras la caída del muro de Berlín.
La lista inicial, hecha pública por John Williamson, incluía: disciplina presupuestaria; prioridades del gasto público; reforma fiscal (tipos impositivos moderados); liberalización financiera; privatizaciones; desregulaciones…¿les suenan?, les ayudaría si supieran que detrás estaba, entre otros, el FMI.
Refutados economistas, como los premios Nobel Paul Krugman o Joseph Stiglitz por citar algunos, han expresado sus desavenencias con estos principios e incluso hay quienes consideran al informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) de 2006 su certificado de defunción, pues pone de manifiesto el fracaso de las medidas en los países latinoamericanos, e incluso los considera culpables de la crisis mexicana de 1994-95 y de la asiática de 1997.
No se consideren inmunes a esta doctrina, los conservadores Helmut Kohl y FranÇois Mitterrand, ya nos inocularon el virus en el Tratado de Maastrich y en el establecimiento de la lucha contra la inflación como el fin único del Banco Central Europeo.
Es necesario como hace Antonio, protagonista del cortometraje de Enrique García “Tres Razones”, ganador del premio RTVA en el Iº festival de Jaén, que además de constituir un soplo de aire fresco a la comunidad penitenciaria del centro penitenciario de Alhaurín de la Torre al rodarse íntegramente allí interpretado por ellos mismos, identificar las Tres Razones para sobrevivir en situaciones adversas: asumir el pasado, aprovechar el presente y enfrentarse al futuro.
Ideólogos y elites empresariales ya asumieron el pasado; hace tiempo que tomaron nota del final del ciclo de acumulación de ganancias desmesuradas, están aprovechando el presente para a difundir modelos alternativos bajo su control y se les amplia la sonrisa cuando hacen cálculos de los beneficios futuros que obtendrán. Porque equidad e igualdad de oportunidades, tal y como reconocía el notario del Consenso de Washington, Williamson, no están en la lista de sus preocupaciones.
Nosotros como Antonio, deberemos vencer las tentaciones trampas que nos condenan a seguir dentro de esta cárcel, la verdadera vida está fuera de ella.
C. Veloso
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