HABLAMOS DE CORIA

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GUADALQUIVIR POR CORIA

sábado, 11 de junio de 2011

Aplausos por no picar

La lidia comienza con unos primeros lances, en los que el matador utilizando el capote recibe al astado y trata de frenar y fijar su embestida. Con posterioridad irrumpen en la plaza los picadores. Durante el tercio de varas el toro entrará en repetidas ocasiones, hoy en día es difícil que lo haga dos veces, de forma contundente al caballo. El objetivo de los puyazos es mostrar la bravura del toro, su disposición a la embestida y dosificar la fuerza del animal para facilitar la posterior lidia del matador.
Sorprende que el primer espada del Partido Popular, Mariano Rajoy, aspirante a liderar el escalafón como Presidente del Gobierno, haya preferido el rol de picador en la complicada feria taurina en que se ha convertido esta crisis financiera que ha derivado en una de las mayores crisis de la economía real recordadas.
Pero está claro que Mariano Rajoy se siente cómodo en el papel de picador, subido a lomos de su partido y protegido por el peto que le evita las cornadas. Pues es claro, que de hacerlo a toro levantado, como antes de la introducción del peto en 1928, Mariano respetuoso como el que más con las tradiciones, habría cedido al picador con menos años de oficio de su cuadrilla, la vez.
Mariano, bien pertrechado en su montura para no ofender al mercado, no se emplea con la vara dejando con suficientes fuerzas a este morlaco de nombre crisis. De esta forma contribuye a la continuación de la fiesta de especuladores y permanece expectante ante la posibilidad que el maestro “malogre” su faena.
Sin duda nos hubiera gustado más que Rajoy, vestido con su mejor traje de luces (propuestas) y con manoletinas, hubiera recuperado la esencia del quite taurino, el auxilio a un compañero en apuros.
Aunque, sinceramente, nos habría bastado que Mariano Rajoy se hubiera esmerado en el quite simplemente para el lucimiento propio, tal y como ocurre hoy en las contadas ocasiones que podemos verlo después de la entrada a caballos. Nos hubiera deleitado con su repertorio de ideas, propuestas y medidas. Esas verónicas y medias verónicas nos habrían permitido apreciar la disposición del maestro para gobernar.
Por el contrario, el líder del Partido Popular nos ha dejado mal sabor de boca con unas propuestas tan concretas y edificantes como falta de torería están los pases arrancados con el piquillo de la muleta.
Y para colmo de tarde, los ciudadanos le hemos dispensado una ovación llena de votos en las pasadas elecciones municipales y autonómicas, como a veces desde el tendido doce de la Real Maestranza se aplaude simplemente por señalar el puyazo y dejar al toro con algo de fuerzas. Para nada comparable con el merecido aplauso al picador de la cuadrilla de El Cid, Manuel Jesús Román Ruiz «Espartaco», que se fajó con el quinto toro de la corrida de El Pilar en la pasada Feria de Abril.
Pero el picador Mariano, tras pedir la venia, se retira de la plaza entre aplausos acompañado de los monosabios, despacio y gustándose como exigen los cánones taurinos, seguro de volver.
Probablemente, gracias a las gestiones de su todo poderoso apoderado Mercado y el apoyo de los medios de comunicación lo hará como máxima figura del toreo. Pero en esa ocasión, esperemos, el sorteo le depare un lote con menos peligro que permita el lucimiento del diestro y no haga sufrir al público. Para ello, como requieren los entendidos, el ejemplar en suerte tendrá que seguir el engaño humillando en lances en los que al maestro le bastará componer la figura para arrancar los aplausos de sus seguidores.
C. Veloso

viernes, 3 de junio de 2011

Papilla de Verduras

Hace unos días mi hija, un bebe todavía, comenzó a tomar papillas de verdura. Recuerdo perfectamente la primera vez de ese cambio en su dieta, hasta entonces de sabores más agradables, de leche materna y frutas en biberón. Ese mediodía, cada una de las cucharadas constituyó una pequeña batalla en la que parte de la comida fue rechazada y dónde hubo víctimas colaterales, como el babero, el mantel, mi camisa. Finalmente mi hija terminó ingiriendo una porción suficiente de alimento.
De todos es conocido, que una buena alimentación es vital para que el niño crezca sano y fuerte. Comer bien afecta no sólo al crecimiento físico, sino también al desarrollo intelectual. Una correcta alimentación del niño durante los primeros años de vida puede repercutir positivamente en su estado de salud, así como en su habilidad para aprender, comunicarse con los demás, pensar y racionalizar, socializarse, adaptarse a nuevos ambientes y personas. En consecuencia una buena alimentación puede influir notablemente en su futuro.
Hoy me siento orgulloso de haber insistido, de haber actuado como un padre responsable, que no eludió por la comodidad del momento mi obligación de enfrentar a situaciones nuevas, diferentes y a veces desagradables a mi hija. Sin embargo, las últimas actuaciones de los dirigentes de los partidos políticos no parecen corresponderse con estas maneras de actuar.

Mientras me afanaba en darle de comer a mi hija, no he podido evitar recordar como los medios de comunicación se hacían eco de la unanimidad del comité federal del PSOE en “apoyar” a Rubalcaba como candidato a las primarias, absolutamente descafeinadas tras la renuncia de Carmen Chacón.
No creo que aplazar el momento de ingerir la papilla de verduras sea en absoluto positivo, y probablemente los dirigentes del partido socialista lleven años eludiéndolo. Siempre habrá una buena excusa para no asumir la realidad que todos conocemos: la mayoría de los ciudadanos urbanos no encuentran en el comportamiento, y a veces incluso en el mensaje, de los dirigentes del PSOE que ni siquiera hayan detectado sus necesidades.

Con Rubalcaba y con “unanimidad”, es decir, sin debate ni participación, los dirigentes, algunos de ellos más abuelos que padres, han decidido que es mejor seguir alimentándose con biberón, ya habrá tiempo de utilizar la cuchara y darle verduras a la criatura. Para ello, lo único que necesitamos es alguien que sepa llenar el biberón como antes, de antiguos votos. Pero, probablemente, el niño ya ha crecido y su salud no sea del todo buena.

No comer espinacas le habrá generado excesivo colesterol, que no permite fluidez de ideas en la organización. No ingerir tomates le habrá mermado la vista, para ver cambios en su entorno. Por no alimentarse con lechuga tendrá una piel envejecida, sus mensajes estarán manidos. Tendrá la presión arterial alta, el clientelismo será habitual en la organización, debería haber comido apios. En definitiva, una multitud de patologías que no hubieran aparecido si desde el principio se hubiera seguido una dieta equilibrada, rica en participación.

C. Veloso