HABLAMOS DE CORIA

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jueves, 26 de junio de 2014

Semáforos, así no, gracias

Parece ser que el Ayuntamiento al fin ha encontrado dinero para pagar a la empresa mantenedora de los semáforos del pueblo, y de pronto, un día, comenzaron todos a funcionar tras alrededor de tres años sin hacerlo. Y empezaron los problemas en forma de larguísimas colas en las avenidas de Blas Infante y de la Constitución.
Los dos semáforos de los sitios mencionados añaden a la travesía de Coria al menos cinco minutos (o más, dependiendo de la hora), debido a los parones una o dos veces en la esquina de La Mora y también en Martínez de León. En una travesía de escasos dos kilómetros, parece demasiado.
Pero no soy yo de los que cambian rapidez por seguridad (ni yo ni nadie en su sano juicio), pero dependiendo de las medidas reales que se adoptan, se puede conseguir el efecto contrario: más nervios, desesperación, impaciencia. Primeramente, habría que hacer un estudio más detenido sobre los cruces de vías con circulación, su densidad de tráfico, la duración de los tiempos de los semáforos, incidentes ocurridos, referentes históricos recientes, etc.
Vamos a ello, pues. Si en tres años los semáforos no han funcionado, a excepción del cruce de Batán con Gran Avenida, y por épocas, el de la Blanca Paloma (el más importante), y no han habido protestas, reclamaciones, incidentes graves y, además, se tardaba menos en cruzar Coria desde La Puebla o desde Sevilla, algo no funciona como es debido, por lo que se impone repensar la ubicación y utilidad de cada uno de los puntos semafóricos y, a la vista de las variables, tomar medidas.
Desde mi punto de vista, sólo hay dos semáforos en el pueblo realmente necesarios: Blanca Paloma con Blas Infante y Batán con Gran Avenida. El del cruce de Martínez de León con Avda. de la Constitución tiene su historia, pues se instaló cuando había acceso a dicha avenida desde el embarcadero y desde Martínez de León proveniente de la parroquia o desde El Palomar. En la actual regula el paso de peatones y el giro a la izquierda desde Constitución a Martínez de León. ¡Realmente no regula tráfico convergente, sino cruce de peatones y giro a la izquierda! Para ello, con sendos pasos de cebra (sobre elevados con ajuste a la ley) y contemplando la norma general de cruce (señalizar y parar cuando viene coches de frente) sería más que suficiente. De hecho, así ha funcionado tres años sin que se hayan producido incidentes de relevancia, que ya es decir.
Respecto al semáforo de la esquina de la Mora, regula el paso del estrechamiento y el cruce posterior con Cervantes y Tinajerías. La norma general y la señalización vertical se ha venido aplicando también durante tres años y, nos consta, no han habido más accidentes que los que causa pasar en rojo cualquiera de ellos cuando funcionan, lo que ocurre todos los días muchas veces. Así pues, si los corianos aplicamos bien (que ya es raro) las normas generales de conducción y algo funciona sin problemas, ¿Por qué los políticos se empeñan en complicarnos la vida?
Dicho esto, habría que retomar otros puntos como conflictivos, cruce de Carne con 1º de Mayo por ejemplo, por si fuera bueno para unos sitios lo que no lo es tanto para otros.
Además está el tema de los badenes ilegales (o no ajustados a ley, como se quiera) que son, si no todos, casi todos los que hay en Coria. Este tema sí que debería ser abordado en los planes de movilidad que tenga el Ayuntamiento, y todavía no me explico cómo no se han presentado reclamaciones y protestas ante el consistorio por sus dimensiones, mala señalización y daños causados. En casi todos los pueblos de alrededor (Almensilla, Palomares, Tomares,…) los están quitando, y no sería mala cosa seguir su ejemplo, añadiendo unos cuantos toques de atención respecto a elementos que ralentizan y causan verdadero peligro. Me refiero a la doble fila, los aparcamientos en esquinas, en paradas de autobús, en pasos de cebra, la ocupación de la calzada con mesas y veladores, etc. que hacen más irritante y lenta la conducción en Coria. Una policía local más presente, también ayudaría.
Termino diciendo que estas cuestiones no son nuevas en su mayoría. Hace más de veinte años, cuando existían en Coria radio y televisiones locales, había un programa llamado “Hablando en plata” en el que la circulación rodada en nuestro pueblo fue motivo de conversación y discusiones, y ¡se hacía públicamente! Desde entonces, la cuestión ha empeorado bastante, entre otras cosas, porque nadie ha cogido el toro por los cuernos y ha emprendido un verdadero plan de movilidad, en el que se incluya un potente servicio público de transporte, y se busquen alternativas a la falta de plazas de aparcamiento, la peatonalización del centro, y una travesía de arterias principales limpia y rápida. A lo mejor tiene que ver con que no hay un político en este país que piense más allá de las próximas elecciones. Una cosa es clara: los semáforos, tal como están funcionando, no ayudan.
                                                                                                  Coria del Río, a 26 de junio de 2014
                                                                                                  César S. Fernández López

sábado, 14 de junio de 2014

Elecciones Europeas y Municipales -comparativa-

Trasladar el resultado de las últimas elecciones europeas a las próximas municipales es siempre un ejercicio de política ficción que lleva a conclusiones erróneas, y a las experiencias anteriores me remito.
En primer lugar, el PSOE siempre ha sacado menos votos y porcentaje en las municipales que en otras consultas de caráter general, sobre todo en generales y autonómicas previas, en los últimos 20 años. Si comparamos los resultados, obviando la distinta abstención en unas y otras, la candidatura local del PSOE nunca ha sido votada en el mismo porcentaje que en unas generales. Pero no nos engañemos, son muchísimos votos. Por ello, el paraguas de la marca PSOE en Coria ha sido determinante para que esta fuerza haya ganado una tras otra todas las consultas municipales, excepto las primeras.

Pero a nivel local, el electorado se permite ciertos deslices que no tienen cabida en consultas electorales de más enjundia. La abstención siempre ronda por los colegios electorales, y así los candidatos socialistas saben que, con un suelo de votos tan alto (alrededor de cuatro o cinco mil votos), es prácticamente imposible perder. Pero las europeas han dejado un dato: el PSOE ha perdido 2.000 votos con respecto a las anteriores. Si unimos la debilidad sobrevenida de la marca (constatada en las últimas generales y autónomicas) y la imagen del exalcalde y su equipo, que han perdido la alcaldía por defectos propios, la falta clamorosa de apoyo ciudadano, como se pudo ver el día de la moción de censura, y una estrategia arrogante y prepotente, por más que equivocada, pueden llevar a que en las próximas municipales el PSOE se lleve una desagradable sorpresa.

No obstante, el PSOE local publica que repetirá los resultados de las europeas, y que ello le dará de nuevo la mayoría absoluta. Lo que nos hace suponer que seguirán empecinados en mantener una organización sorda, ciega y muda, que no ponga trabas a la continuidad del actual secretario general y exalcalde, y que éste pueda seguir liderando una agrupación municipal de encefalograma plano y huérfana de dirigentes que sean capaces de conectar con la ciudadanía de a pie y, por ende, con los electores.
La debilidad de las demás fuerzas también ayuda a mantener esta situación. El PP también ha perdido muchos votos en las europeas, más de 700, y 10 puntos. No está, efectivamente para tirar cohetes. Si a eso unimos la debilidad estructural de sus candidaturas locales, y que el porcentaje es similar al de las municipales, no creo que vaya a variar mucho su situación en las próximas elecciones, a no ser que sepa rentabiliar, al menos en parte, la acción del actual gobierno municipal.

Respecto al PA, sus resultados pueden resultar engañosos. Efectivamente, 569 votos y 6.67%, en unas municipales sería catastrófico para ellos. Pero, al contrario que ocurre en el PSOE, que sus candidatos siempre bajan los resultados de las generales, el PA obtiene muchos más votos en la elecciones locales (4.086 votos, 27% en las de 2011) que en las demás. Aquí pesa el factor humano, es decir, los candidatos. En los últimos diez años, los equipos del PA, con Modesto a la cabeza, han mostrado más entidad política y tirón popular, que todas las demás fuerzas. Además, en las próximas elecciones, Modesto se presentará, por primera vez, siendo alcalde, desde el gobierno, y esto, quiera que no, también influye, para bien o para mal. La importancia reside en que nunca antes había sucedido a ningún candidato que no fuera del PSOE.

Izquierda Unida también ha sacado menos votos en estas europeas que en las municipales, por lo que lo dicho con respecto al factor humano local, también es aplicable para ellos. Lo malo es que les han salido competidores a derecha e izquierda. Efectivamente, la irrupción de UPyD y Podemos, con 602 y 584 votos respectivamente, no se puede saber a estas alturas que alcance tendrá en las elecciones locales. El
factor humano, caso de presentar candidaturas, será más determinante, si cabe, que en las demás fuerzas, ya consolidadas en el tejido sociopolítico de Coria. Es curioso como en el análisis que hace el PSOE local de estas europeas, estas dos fuerzas ni siquiera aparecen como posibles competidores y arrebatadores de votos que, en buena lógica, saldrán de la izquierda más que de la derecha.

Respecto a PIDECO, al no ser una fuerza que transcienda el ámbito local, no puedo hacer valoraciones. No obstante, dada la trayectoria y la poca rentabilidad que pueden obtener, dado su exiguo número, de la acción de gobierno, no creo que vayan mucho más allá de sus últimos resultados.
Ya veremos más adelante como se presentan las distintas opciones, pero lo seguro es que será un proceso apasionante. Todo lo que no ha sido antes, ya que la marca PSOE se encuentra en horas bajas. Es la hora de los candidatos sin armadura rindiendo cuentas ante sus vecinos.
Coria del Río, 14 de junio de 2014
César S. Fernández López

jueves, 12 de junio de 2014

Una monarquía del Siglo XXI

Si Felipe VI quiere ser un monarca querido y respetado por los españoles, tendrá que ganárselo. No pongo en duda el hecho sucesorio contemplado en la Constitución, pero sí albergo algunas sobre el devenir de los próximos diez años si no se adoptan algunas medidas que, sin duda, deben ser prioritarias en su reinado.
En primer lugar, hay que reformar la Constitución para derogar la actual línea sucesoria, machista hasta la médula (aunque comprensible cuando se tomó), para dejar paso a la igualdad de género que demanda una sociedad europea del siglo XXI. Dicho esto, hay que mantener el asentimiento del Parlamento para que no se deslice ninguna barbaridad.
En segundo lugar, en un Estado laico es insostenible la relación pública de la Monarquía con la Iglesia católica, trufada de ceremonias supuestamente civiles en las que nada pinta. Esto es extensible a todos los estamentos estatales, niveles administrativos y, por supuesto, militares. Por ello y pareciéndome perfecto que el Rey sea el jefe del ejército y, que por tanto, presida actos militares y reciba honores como cualquier jefe de estado, no me parece nada bien que en dichos actos, la Iglesia ocupe un lugar preeminente, y las ceremonias religiosas se mezclen con las civiles y militares. Estado laico ya, empezando por la Monarquía, siguiendo por el ejército y terminando con tanto político en procesiones y romerías varias.
En tercer lugar, la transparencia y la austeridad como norma básica y elemental de conducta. Pública y privada. La asignación a la Casa Real está consignada en los presupuestos del Estado, y no debe entrar ni un céntimo más por actividades privadas, regalos interesados y negocios lucrativos. La vida de los monarcas debe ser ejemplar en lo público y en lo privado, por lo que debe ser austera y no mostrar a la ciudadanía imágenes que chirrían a la opinión pública cuando contempla el lujo y el boato que, en demasiadas ocasiones, nos muestran sin rubor.
Por fin, cese inmediato de la inmunidad judicial. Como toda la ciudadanía de a pie, la Casa Real no puede tener inmunidad y, por tanto, impunidad judicial, es decir, que la infanta Cristina no responda por sus actos en el caso Noos. Si un miembro de la Casa Real comete un delito, debe ser juzgado y, llegado el caso, condenado como todo hijo de vecino. Otra cosa parecería más razonable, o sea, un determinado aforamiento como el de los parlamentarios, que fue pensado para proteger a aquellos que pudieran ser objeto de acoso judicial por sus opiniones o posiciones políticas, como de hecho ya ocurrido en el caso de los “ERES” de Andalucía. Un aforado es encausado por el Supremo, pero encausado al fin y al cabo.
La Monarquía debe encarnar la representación del Estado, el arbitraje ante los conflictos sociales, económicos y políticos, la unidad de todos los españoles de todos los diversos lugares de España, la jefatura del ejército sin rémoras del pasado y la continuidad del sistema democrático en el tiempo, lo que en un país en el que no hay ni un político que piense en algo más allá de las próximas elecciones, no es cosa baladí. Veremos.
Coria del Río, 12 de junio de 2014
César S. Fernández López

martes, 10 de junio de 2014

¿Qué República? ¿Qué monarquía?

La abdicación del rey Juan Carlos I no ha tardado mucho en poner de actualidad la famosa dualidad española sobre Monarquía y República. No quiero dejar pasar esta ocasión para introducir elementos para el dabate sobre esta cuestión fundamental para algunos, pero creo que irrelevante para la mayoría de la ciudadanía. Es esta una discusión de políticos, dirigentes, partidos y organizaciones más o menos interesadas, no de vecinos y currantes en general.

En primer lugar, el titular. ¿Qué república? Porque no todas son siguales. No son comparables las repúblicas de Siria, Centroafricana, Francesa, Alemana, Venezolana, Cubana o de USA. Y ¿qué monarquía? La de Inglaterra, Holanda, Suecia, Japón.., o la de Arabia Saudí, Qatar, Emiratos Árabes… Claro está que lo importane no es el nombre del sistema, sino lo que este encierra.
Los españoles, como casi todo el mundo, queremos un régimen político que proteja las libertades individuales y colectivas que ampara la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y que en la actualidad están recogidos y amparados en todos los regímenes democráticos que en el mundo son, y que pese a ser del siglo XVIII, no está anticuada.
Cuando se planteó en 1978 el referendum constitucional, los españoles elegimos entre Dictadura o Democracia, planteándose como claramente antitéticos. Y la forma de Estado que se escogió fue el de Monarquía Parlamentaria. Porque es el factor Parlamento elegido por sufragio universal el que importa en cualquiera de los regímenes que se escoja. Lo demás es irrelevante.
Así y todo, se pueden tener preferencias legítimas y democráticas sobre uno y otro sistema, basada en razones y, en muchas ocasiones, en sentimientos y emociones.

Vamos al debate. En primer lugar, me gustaría partir del principio de legitimidad democrática. Desde este punto de vista, declaro de entrada que, para mí, es tan democrático un sistema que elija un Jefe del Estado cada cierto tiempo, como otro que decida también democráticamente, que el Jefe de Estado va a ser encarnado por una monarquía, fuera del juego partidista, y con solución de continuidad en el tiempo, que estará bajo el control del Parlamento.

Dicho esto, y salvado el principio de legitimidad, veamos otras consideraciones. Económicamente ¿es más cara la monarquía o la república? He empezado por aquí porque creo que sobre este asunto hay mucho desconocimiento a la par que demagogia. Depende de que país, la monarquía cuesta más que la república, y al revés. Es decir. Una Casa Real no cuesta, o no debe costar, más que una Casa Presidencial, o sea, que gastos de protocolo, suntuarios, personal, vehículos, asesores, etc. tienen las dos, y seguirán teniéndolos.
Por otra parte, el proceso electoral del Presidente de la República, también tiene un costo económico que hay que afrontar cada equis años. Si todavía los partidos mayoritarios fueran serios, y se unieran todos los procesos electorales lo más posible, podría considerarse, pero conociendo el paño, me temo que tendríamos elecciones todos los años para algo: presidencia, parlamento, autonómicas, muncipales, europeas…
Pero sobre todo, y pasando por alto la cuestión económica, la Jefatura del Estado entra en el juego partidario si es elegido periódicamente, y por tanto me temo que en esta España dual, el presidente electo solo sería representativo para sus votantes, nunca para los otros. Como mucho sería presidente de media España, y a la experiencia me remito.
Por todo ello, tampoco parece que un sistema presidencial sea más democrático y barato que una monarquía, por lo que ni política ni económicamente, ofrece ventajas incuestionables.

Si la comparación la hacemos desde la experiencia, es decir, desde la Historia, la desventaja del sistema republicano es enorme. En nuestro país han existido dos repúblicas. La primera, de 1873 a 1874, duró once meses y tuvo cuatro presidentes. La segunda, de 1936 a 1939, tuvo tres presidentes, varios gobiernos distintos y todos sabemos cual fue su desgraciado devenir y final. Sin embargo, en España ha existido la monarquía como sistema desde los íberos, por supuesto sin comparación con el actual concepto de la misma, pero monarquía al fin y al cabo, y con los romanos, godos, musulmanes y cristianos. Monarquías caciquiles, autoritarias, cortesanas, absolutistas, pseudoliberales y, por fin, parlamentarias. En su contra va el hecho de que la monarquía absolutista acabara en casi toda Europa en el siglo XIX, y que en España se haya prolongado con Alfonso XIII, dictadura de Primo de Rivera, y apéndice final con Franco (este sí que era un monarca absoluto, aunque no fuera rey). La Historia está ahí, sobre todo para no repetirla.
Así pues, una Monarquía Parlamentaria no es menos legítima, menos democrática, menos barata, ni menos libre que una República. Se puede decir que lo aquí expuesto es de perogrullo, pero había que decirlo.

Por último, unas consideraciones sobre el futuro de la monarquía parlamentaria española y su jefe, Alfonso VI: el sentimiento republicano está hoy más extendido que en 1978, puesto que los dos partidos republicanos españoles de la época, PSOE y PCE, entendieron que la disyuntiva Monarquía-República no era la principal preocupación de los españoles, ni siquiera era preocupación. Hoy tampoco lo es, pero la generación que entra al relevo social, no ha tenido la experiencia de no vivir en democracia, y ante la situación de desesperación de una gran parte de la juventud por la ausencia de futuro, puede creer que decir República y estar todos los problemas arreglados, son la misma cosa.
El nuevo rey debe ser osado, como lo fue su padre, y acometer asuntos que siempre se han postergado, y que necesitan de gestos y hechos. 
Para empezar, podría convocar a los partidos a que aborden una reforma constitucional, necesaria a todas luces, empezando por el tema sucesorio, cuya configuraicón seriamente machista, es hoy todo un contrasentido, pasando por el tema de la configuración autonómica del Estado, problema catalán, nacionalidades históricas, igualdad de los españoles en cualquier territorio nacional, y terminando por una celosa vigilancia del Estado del Bienestar, asegurándose que sus ciudadanos, que no súbditos, tienen garantizado cubrir sus derechos y necesidades básicas, entre las que se encuentran el trabajo, la vivienda, la educación, la sanidad, la cultura, el ocio y los servicios sociales.
Si emprende este camino, seguramente se ganará la confianza de la mayoría de la ciudadanía, como hizo su padre hasta pocos años antes de su abdicación. Si resulta un petardo, un Borbón más, recuerde que antepasados suyos salieron al exilio y, sobre todo, que un fracaso en su reinado sería, a la tercera va la vencida, el derrumbe irremediable de la institución.
Coria del Río, a 10 de junio de 2014.
César S. Fernández López.